La obra de Claribel Calderius (La Habana, Cuba, 1986) es un entramado profundo de sincretismo cultural, memoria y materialidad. En Sensemayá. Cánticos para matar a la culebra, la artista establece un diálogo con la rica tradición afrocubana, evocando sus rituales, simbolismos y dinámicas transformadoras. Inspirada en el poema homónimo de Nicolás Guillén,
donde la figura de la culebra aparece como un símbolo universal de cambio,
regeneración y poder espiritual. Calderius celebra las raíces caribeñas como un
espacio donde lo sagrado y lo cotidiano se entrecruzan, donde las narrativas ancestrales encuentran nuevas formas de expresión en el presente.
En este contexto, el sincretismo no es solo un tema, sino una metodología central en su obra. Calderius conjuga lo espiritual con lo material, explorando los límites entre lo visible y lo invisible. Sus piezas dialogan con los ecos de las prácticas religiosas afrocubanas, como la santería y el palo monte, donde el tejido cultural caribeño se define por la mezcla y la resistencia. En Sensemayá, esta riqueza sincrética se traduce en una poética visual que evoca rituales, la esencia del espíritu, gestos comunitarios y paisajes de resistencia.
El acto de tejer, eje central de su trayectoria artística, se convierte en una metáfora poderosa para este proceso de fusión y conexión. Utilizando un material rústico y cargado de simbolismo, Calderius transforma la fibra del yute en un puente entre lo ancestral y lo contemporáneo. Con su textura áspera y orgánica, alude a las raíces, a la tierra y al trabajo manual, pero
también a las redes invisibles que sostienen las historias compartidas. Tejer es aquí mucho más que un acto físico: es un proceso de sanación y memoria, un gesto que conecta generaciones y resignifica la tradición.
En la Capilla de San Bruno del CAAC, este entramado adquiere una nueva dimensión. El espacio sacro, con su historia de silencio y contemplación, se resignifica a través de las fibras tejidas por Calderius, que construyen una narrativa visual de renovación y resistencia. En estas obras, los patrones del yute evocan tanto los ciclos de la naturaleza como las relaciones humanas, transformando el espacio en un lugar de diálogo entre lo espiritual y lo terrenal.
El título de la exposición, Sensemayá. Cánticos para matar a la culebra, funciona como un eje conceptual, evocando la fuerza ritual de los cantos afrocubanos y la conexión con el ritmo vital de la tierra. En este contexto, la culebra simboliza no solo el peligro, sino también la renovación, la
capacidad de despojarse de lo viejo para renacer. Calderius teje, en sentido literal y figurado, una obra que une lo local con lo universal, lo material con lo espiritual.
Esta exposición es una invitación a experimentar el sincretismo desde una perspectiva táctil y emocional. Entre las texturas del yute y los patrones que se entrelazan, la obra de Calderius celebra la conexión humana, la resistencia cultural y el poder transformador de las tradiciones. Como los cantos de Sensemayá, su trabajo nos recuerda que el acto de tejer es, en esencia, un canto de creación, renovación y esperanza.
Jimena Blázquez Abascal, comisaria
Jimena Blázquez
Capilla de San Bruno