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ESPACIOS
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1.- PORTADA DE ACCESO (PUERTA
DE TIERRA) Y CAPILLA DE AFUERA.
El arquitecto Ambrosio de Figueroa (siglo XVIII) intervino en la reconstrucción
de diversas dependencias. Entre ellas, la portada, concebida a la manera
de un arco de triunfo, y la capilla de una sola nave, de líneas sencillas,
que destaca por su cúpula. Los cartujos destinaban esta capilla y los
espacios anexos a la atención de los menesterosos que llegaban hasta el
Monasterio.
2.- ATRIO E IGLESIA.
El Atrio constituye una zona de comunicación: a la izquierda, la que fue
celda del Prior; a la derecha, la zona de Procuración; y al frente, la
fachada de la Iglesia, en la que destaca su rosetón de azulejería del
siglo XVI. La Iglesia datada del siglo XV es de estilo gótico tal como
señalan sus bóvedas de crucería. La bóveda absidal es la más bella del
conjunto. Durante la etapa fabril (siglos XIX y XX) se utilizó como almacén
de loza. En la actualidad tiene un doble uso, siendo al tiempo sala de
arte contemporáneo y espacio polivalente para la celebración de todo tipo
de actos culturales. En el presbiterio (zona del altar) se conserva el
magnífico reloj realizado por fray Manuel Navarro, instalado en 1817.
3.- CAPILLA DE SANTA ANA.
Se construyó en el siglo XVI. Al inicio se hallaba en el exterior pero
posteriormente se adelantó la fachada de la Iglesia para albergarla. En
su cripta reposaron los restos de Cristóbal Colón entre 1509 y 1536, por
lo que también es conocida como la Capilla de Colón. Un siglo más
tarde, la presidió el Cristo de la Clemencia, obra maestra de Martínez
Montañés, actualmente en la Catedral de Sevilla.
4.- CLAUSTRILLO.
Construido en la segunda mitad del siglo XV, es uno de los mejores ejemplos
de la arquitectura mudéjar de la ciudad. Sus proporciones consiguen, a
pesar de las reducidas dimensiones, crear un conjunto esbelto, de singular
belleza. Asimismo destaca el empleo de los materiales: la teja, la azulejería
de las galerías, el ladrillo rojo y las columnas de mármol blanco y capitel
campaniforme de influencia nazarí (dinastía que construyó la Alhambra
de Granada).
5.- SALA CAPITULAR.
La construcción de esta sala, concebida para las reuniones de importancia
de los monjes, se realizó al mismo tiempo que el Claustrillo. El primero
de sus ámbitos destaca por la decoración figurativa de su bóveda. Se trata
de un testimonio relevante de la primera escultura gótica en Sevilla.
La sala fue cedida como lugar de enterramiento de los Ribera, protectores
del Monasterio. Los sepulcros parietales (disposición vertical) de Pedro
Enríquez y Catalina de Ribera son extraordinarios por su riqueza ornamental
e iconográfica. Fueron realizados en Génova en el siglo XVI, por Aprile
de Carona y Pace Gazini, respectivamente. Durante la etapa fabril los
sepulcros fueron trasladados al panteón de sevillanos ilustres (Iglesia
de la Anunciación) y la sala fue convertida en carpintería. Los sepulcros
fueron reubicados en este lugar tras las obras de rehabilitación previas
a la Exposición Universal de 1992.
6.- CAPILLA DE LA MAGDALENA.
Es el núcleo originario del Monasterio. Las bóvedas de espejo que lo cubren,
así como la naturaleza desigual de sus tramos, la convierten en una obra
especial dentro del mudéjar sevillano. Cuando se construyó el Refectorio
(núm. 7) vio reducida sus dimensiones y se le anexionó una capilla cuadrada
que acabaría albergando los restos mortales del fundador del Monasterio,
el arzobispo Gonzalo de Mena. En sus muros se conserva una representación
de la triple Santa Ana (Santa Ana sostiene en su regazo a la Virgen María
y ésta, a su vez, a su Hijo, Jesús).
7.- REFECTORIO.
Es el lugar donde los monjes cartujos realizaban las principales comidas.
En 1588 se amplió y redecoró, aunque conservó tanto la portada del Claustrillo
(núm. 4) como la decoración aledaña al púlpito. Éste estaba destinado
a la lectura de las Sagradas Escrituras durante las comidas. Destaca la
calidad de la techumbre (tallada en madera de decoración geométrica),
y los paneles de azulejería de finales del siglo XVI y del siglo XVII.
La estancia estaba presidida por La Santa Cena, de Alonso Vázquez,
actualmente en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.
8.- SACRISTÍA.
Aún se conservan las yeserías barrocas que servían de marco a una de las
mejores series pintadas por Francisco de Zurbarán (siglo XVII), hoy en
el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Durante la ocupación francesa (principios
del siglo XIX), este espacio tan singular fue la carnicería del cuartel.
El acceso se realiza a través de la capilla De profundis, lugar
donde los cartujos velaban a los fallecidos.
9.- MEMORIAL DEL AGUA.
La historia del Monasterio de la Cartuja estuvo condicionada por las riadas.
Para homenajear dicha historia, en 1992, el arquitecto José Ramón Sierra
realizó esta intervención para la que sumergió fragmentos arquitectónicos
del propio convento como fustes, basas o capiteles. De esta manera tan
poética se expresa el vínculo entre el lugar y su relación con el río.
10.- CLAUSTRO.
La disposición del claustro grande se debía a la sucesión de las celdas
individuales de los padres. Sólo en el sector Este se conservan testigos
arquitectónicos de la obra primitiva. Durante las etapas de la invasión
francesa y de la fábrica de cerámica (siglos XIX y XX) se realizaron importantes
modificaciones. Este claustro, prácticamente desaparecido, se rehabilitó
durante el importante proceso de recuperación del Monasterio de la Cartuja
para usos culturales. Los hornos en forma de cono fueron construidos en
la primera mitad del siglo XIX siguiendo una tipología británica. Con
el tiempo, se han convertido en un icono emblemático del lugar.
11.- LA HUERTA Y SUS ARQUITECTURAS.
En la llamada Huerta Grande plantada de naranjos y cipreses encontramos,
junto a una de las albercas, la capilla de Santa Ana, así como las de
las Santas Justa y Rufina ambas del siglo XVI, reformadas en el XIX por
Pickman como pabellones de recreo, la primera con chapitel neogótico,
la segunda al gusto orientalista de los jardines británicos.
12.- EL OMBÚ.
El ombú cuyo nombre científico es Phytolacca dioica no es exactamente
un árbol, sino una hierba. Alcanza gran longevidad, pero al no estar constituido
su tronco por los anillos anuales de crecimiento es difícil determinar
su edad con exactitud. El ombú del Monasterio, según la leyenda, fue plantado
por el mismo Hernando Colón, hijo del Almirante Cristóbal. Entre sus características
se encuentra la inmunidad frente a los insectos debido a su savia tóxica.
Crece con gran rapidez, llegando hasta 10 o 15 m de altura. Su madera
es muy blanda, debido a que contiene gran cantidad de agua, algo necesario
para subsistir en los largos períodos de sequía propios de su lugar de
origen, Argentina y Uruguay.
13.- ARCO DE LEGOS.
Es conocido con esta denominación por conducir a la zona donde residían
los legos o hermanos de la comunidad. Estos tenían como misión, además
de las propias de la Orden, el sostenimiento de los padres o sacerdotes,
dedicados por completo a la vida de oración en las celdas dispuestas en
torno al Claustrón (núm. 10). Hoy, este arco, sirve de límite entre las
dependencias del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (a la izquierda)
y la sede del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (a la derecha).
14.- PUERTA DEL RÍO.
A mediados del siglo XVIII el recinto del Monasterio sufrió importantes
daños debido a diversos fenómenos naturales acaecidos que hicieron necesaria
la construcción de estructuras de nueva planta, como la Capilla de Afuera
(núm. 1). En ambas construcciones intervino Ambrosio de Figueroa, el cual
concibe este proyecto como los accesos a los cortijos de la época. Los
remates de cerámica, así como los paños de azulejos de punta de diamante
reutilizados, confieren a la puerta un aspecto grácil y decorativista
muy popular.
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